
Cómo las empresas pueden defenderse contra ataques de denegación de servicio (DDoS)
- Alex De los Llanos Dueñas
- Abril 2025
Te voy a contar algo que me pasó hace unos años trabajando con una pequeña empresa de e-commerce. Eran seis personas, todo muy familiar, con una tienda online que funcionaba bien. No era Amazon, pero vendían y vivían de eso. Un lunes cualquiera, la web dejó de cargar. Pensaron que era un problema del servidor, del proveedor de hosting, del plugin nuevo que habían instalado. Pero no… Era un ataque DDoS. Les estaban reventando el sitio con miles de visitas falsas por minuto.
Y no sabían ni por dónde empezar.
Eso, lo que vivieron ellos, le puede pasar a cualquiera. No necesitas ser una empresa gigante. Ni tener enemigos. A veces, con solo existir en internet, ya es suficiente para acabar en el radar de alguien con malas intenciones o, peor aún, de un bot automático.
Así que vamos a hablar de eso. Pero de verdad. Sin tecnicismos innecesarios, sin discursos de manual. Vamos a entender juntos qué son estos ataques, cómo funcionan, por qué siguen siendo tan frecuentes en 2025 y, sobre todo, qué puedes hacer desde ya para que no te pillen con los pantalones bajados.
DDoS en lenguaje humano: la avalancha que no puedes parar
Imagina que tienes una tienda, una de verdad. Puerta, mostrador, clientes entrando. Todo bien. Ahora imagina que de repente llega una multitud de 2.000 personas. No quieren comprar. Solo están ahí para empujar, bloquear la entrada y evitar que los clientes reales entren.
Eso es un DDoS: una avalancha falsa.
Miles (a veces millones) de dispositivos de todo el mundo, controlados por un atacante, empiezan a bombardear tu servidor con solicitudes. Peticiones absurdas, sin sentido, pero en tal cantidad que colapsan todo. La web cae. El sistema se vuelve lento. Tu app deja de responder. Y tú, mientras tanto, recibes correos de clientes preguntando por qué no pueden acceder a su cuenta o hacer un pedido.
Y ojo: no es que te hayan hackeado. No entraron. No robaron nada. Pero te dejaron fuera de juego.
A veces, lo hacen por dinero. Literalmente:
“Págame o te dejo la web caída tres días”.
Otras veces, por “diversión” (si es que se puede llamar así). Para demostrar que pueden, porque tienen herramientas automáticas que van escaneando sitios vulnerables. A veces, lo más siniestro: para distraerte. Mientras estás pendiente del DDoS, están entrando por otro lado.
También hay ataques por venganza, por sabotaje entre empresas (sí, pasa más de lo que se dice), o incluso por error, porque tu servidor compartido se vio afectado por el ataque a otro cliente.
Lo peor de todo es que ni siquiera necesitas hacer algo mal para ser víctima. Y eso es lo que lo vuelve tan injusto.
¿Y entonces qué puedes hacer?
Mira, te lo digo como alguien que ha visto esto en vivo: más vale prevenir que arreglar con prisas. Cuando ya tienes a miles de bots encima, el margen de maniobra es mínimo. Por eso hay que prepararse antes. Es fundamental tener una buena base de ciberseguridad.
Pero no se trata de gastar miles de euros en tecnología futurista. Muchas veces, se trata de tener las cosas bien pensadas, de no confiarse, y de armarse con herramientas y estrategias realistas.
Te dejo lo que de verdad hace la diferencia:
1. Conocer tu tráfico es conocer tu salud digital
Si tú no sabes cómo se comporta tu web en un día normal, ¿cómo vas a detectar cuándo algo va mal?
Muchísimas empresas ni siquiera tienen un sistema básico de monitoreo. No es que necesites un centro de operaciones estilo película de hackers, pero sí deberías saber cuántas visitas sueles tener por hora, de dónde vienen y qué se considera normal.
Porque cuando llegue un pico sospechoso, si tienes esa referencia, lo vas a notar en segundos.
2. Contratar un buen escudo
Aquí no hay vuelta: si tu sitio web es importante para ti (y lo es), necesitas una capa de protección externa. Lo que se conoce como mitigación de DDoS. Cloudflare, por ejemplo, ofrece una versión gratuita que ya ayuda bastante. Luego tienes servicios más completos como Akamai, Radware, AWS Shield, etc.
Estos servicios se colocan entre el tráfico y tu servidor, y pueden filtrar lo falso, identificar patrones raros y redirigir el caos para que no te toque.
Y no, no es solo para empresas grandes. Hay planes pensados para pymes, incluso para freelancers que viven de su web o tienda online.
3. Diversificar y escalar
Si todo depende de un único servidor, el golpe te entra de lleno. Pero si tienes una estructura en la nube, con réplicas, escalado automático y recursos distribuidos, es mucho más difícil que te tumben todo.
Esto, que antes sonaba a lujo, hoy con servicios como Google Cloud, Azure o AWS, es más accesible que nunca. Y créeme: vale cada euro.
4. Tener un plan B. Y C. Y D.
No todo es tecnología. Una respuesta rápida salva más que una herramienta costosa.
Tener claro qué hacer si tu web se cae:
- -¿Cómo se comunica con los clientes?
- -¿A quién se avisa?
- -¿Cómo se siguen gestionando pedidos, cobros, soporte?
- -¿Tienes copias de seguridad?
- -¿Quién toma decisiones si el responsable de TI no está?
Todo esto debe estar por escrito, no en la cabeza de uno solo. Porque cuando hay crisis, nadie piensa claro.
Casos reales que nos recuerdan que esto no es teoría
Hace unos meses, una plataforma educativa sufrió un DDoS justo el día del inicio de clases online. Miles de estudiantes sin acceso, profesores frustrados, padres llamando. ¿Sabes qué lo empeoró? Que no tenían forma de comunicarse con su comunidad. Todo dependía de esa única web caída.
Y lo peor: no fue un ataque dirigido. Fue un barrido automático. Les tocó por estar ahí.
Por otro lado, una pequeña tienda de cosméticos fue atacada tras recibir cierta visibilidad por un reel viral. Alguien —probablemente competencia desleal— lanzó un DDoS para “bajarle los humos”. Pero ellos habían montado su tienda con protección externa. Resistieron. Informaron a sus clientes por redes. Siguieron vendiendo. Resultado: más reputación aún.
Conclusión
Un ataque DDoS no entra a robarte. No deja rastro de malware. No borra nada. Pero te paraliza. Y en un mundo donde el tiempo online es dinero, eso ya es un problema gigante.
Por eso te lo digo desde la experiencia, no desde el miedo:
Prevenir un DDoS es mucho más barato, más simple y menos estresante que vivir uno.
No importa si eres una pyme o un proyecto personal. Si tu web importa para tu negocio, para tus clientes, para tu comunidad… vale la pena protegerla.
Y si aún no estás preparado, ahora es el mejor momento. Porque el próximo ataque no avisa. Solo llega.
Y recuerda, si necesitas asesoramiento en ciberseguridad, ya sea porque te preocupa la misma en tu empresa, o simplemente porque “más vale prevenir que curar”, contacta de inmediato con nosotros.