
Mi Amigo, el Síndrome del Impostor: Guía de Supervivencia en Ciberseguridad
- Alex De los Llanos Dueñas
- Septiembre 2025
Voy a contarte algo que probablemente no esperas oír de alguien que se dedica a esto. Hay días, bastantes más de los que me gustaría admitir, en los que me siento un completo y absoluto fraude. Días en los que estoy en una reunión importante, rodeado de gente muy lista, y mientras asiento con la cabeza, una voz en mi interior me grita: "No tienes ni idea. Te han colado aquí de milagro y en cualquier momento se van a dar cuenta y te van a echar a patadas".
Esa voz tiene un nombre: el Síndrome del Impostor. Y es como un compañero de piso gilipollas que se ha instalado en la cabeza de la mayoría de los profesionales de la ciberseguridad. No paga alquiler, hace mucho ruido y se dedica a sabotearte en los peores momentos.
Si alguna vez has sentido algo parecido, bienvenido al club. No es un fallo tuyo, no estás roto. De hecho, irónicamente, sentir esto suele ser una señal de que eres bueno en lo que haces, porque eres lo suficientemente inteligente como para darte cuenta de la inmensidad de todo lo que no sabes. Pero si no aprendemos a ponerle un bozal a esa voz, nos puede destrozar, y de paso, hacerle un agujero enorme a la seguridad de la empresa para la que trabajamos.
¿Por Qué Este Gamberro Vive en Nuestra Cabeza?
No es casualidad que nuestro sector sea el chalet de lujo de este síndrome. Hemos creado el entorno perfecto para que campe a sus anchas. Primero, porque nuestro trabajo es un océano sin fondo. Hoy eres un experto en seguridad de redes, pero mañana sale una tecnología nueva sobre 'confianza cero' y ya vuelves a ser un novato. Pasado mañana oyes hablar de 'criptografía post-cuántica' y te suena a chino mandarín. Es imposible, repito, IM-PO-SI-BLE, saberlo todo. Pero lo intentamos, y en ese intento nos quemamos.
Luego está el ritmo. Esto no es una profesión, es una cinta de correr puesta a máxima velocidad que nunca se apaga. Las amenazas cambian cada semana. Las herramientas que usabas hace dos años ahora son piezas de museo. Tienes que estar constantemente aprendiendo, no para ascender, sino simplemente para no quedarte atrás, para no ahogarte. ¿Cómo no te vas a sentir un impostor si tu conocimiento tiene una fecha de caducidad más corta que la de un yogur?
Y para rematar, está el mito. La cultura del hacker solitario, del genio que lo resuelve todo en una noche a base de café y música tecno. Pura basura cinematográfica. La ciberseguridad real es un trabajo de equipo, lento, frustrante, lleno de callejones sin salida y de colaboración. Pero el mito del superhéroe nos presiona, nos hace creer que si no tenemos la respuesta al instante, somos unos incompetentes.
El Sabotaje Silencioso: Cuando el Miedo te Cuesta un Dineral
Y este "compañero de piso" no solo te amarga la existencia, sino que le cuesta un dineral a tu empresa. ¿No me crees? Mira cualquier reunión de equipo. ¿Ves a ese analista brillante que no abre la boca? No es que sea tímido. Es que tiene una duda o una idea, y el gamberro de su cabeza le está susurrando: "Cállate la boca, vas a quedar como un idiota. Seguro que es una obviedad y todos lo saben menos tú". Y en ese silencio, tu empresa acaba de perder una posible solución a un problema, o peor, la oportunidad de evitar un error grave.
Esa misma persona es la que se queda hasta las diez de la noche, no porque haya una crisis, sino para leerse trescientos manuales y que no le "pillen" en la siguiente reunión. Es la receta perfecta para el burnout. Es el empleado que, un buen día, se te irá a la competencia, no por más dinero, sino por la promesa de un entorno donde pueda respirar, donde no sienta que tiene que ser un superhombre cada día. Y tú habrás perdido un talento brutal por no darte cuenta de la guerra que se libraba dentro de su cabeza.

Dándole una Patada al Gamberro: Tácticas de Guerrilla para el Día a Día
No tengo una cura mágica, pero sí tengo una caja de herramientas, trucos de trinchera que funcionan para bajarle el volumen al impostor.
Si lo estás sufriendo en tus carnes:
- Tatúate esto en el cerebro: NADIE TIENE NI IDEA DE TODO. Nadie. Ni el ponente de esa conferencia que parece un dios, ni tu jefe, ni el tío ese con 15 certificaciones. Todos tenemos lagunas. Tu valor no es saberlo todo, es tu capacidad para aprender y resolver. El que va de sobrado es el que de verdad es un peligro.
- Crea tu "lista de medallas". Abre un puto archivo de Word, me da igual. Y cada vez que soluciones un marrón, cada vez que un compañero te dé las gracias, cada vez que aprendas algo nuevo... apúntalo. Cuando el bicho te diga al oído que eres un inútil, abres el archivo y se lo lees en voz alta. Es difícil discutir contra los hechos.
Y si diriges un equipo, tu trabajo es este:
- Haz de la pregunta un acto heroico. Crea un entorno donde la frase más valiente y respetada sea "no lo sé, ¿me lo explicas?". Cuando alguien haga una pregunta, aunque sea básica, agradéceselo públicamente. Estás enviando el mensaje de que la curiosidad se premia y el desconocimiento no se castiga.
- Mata al superhéroe. Deja de glorificar al que se queda hasta las mil o al que lo soluciona todo solo. Empieza a celebrar al equipo que resuelve las cosas en horario laboral, pidiendo ayuda, colaborando. La ciberseguridad no es cosa de héroes solitarios, es cosa de profesionales que funcionan como un equipo. Habla de esto. Ponlo sobre la mesa. Normaliza la conversación sobre la presión y la duda.
Conclusión
El impostor siempre va a estar ahí, en cuclillas, esperando a que tengas un mal día para saltarte a la yugular. La clave no es matarlo, es reconocerlo, mirarle a los ojos y recordarle de vez en cuando quién manda aquí. No es una señal de debilidad; es la marca de la gente que se exige y que, precisamente por eso, es buena en lo que hace.
Si en tu equipo la gente tiene más miedo a preguntar que a un ataque de ransomware, tienes un problema cultural muy serio. Y arreglar eso es la base de todo lo demás. Si quieres empezar a construir esa base, hablemos.